Autor: Ángel Luis Robles

No comenzaré con citas que todos conocemos, sea que nos llamen nostálgicos; aunque no vendrían mal para dejar claro que a nosotros no nos mueve el odio y jamás lo hizo. Nunca. A nosotros nos mueve el amor, el amor a España y al prójimo.

El amor a España y al prójimo. Nada baladí repetirlo, pues es lo que nos diferencia de la izquierda. A la izquierda les mueve el “amor” (permitidme las comillas) al prójimo, pero no a su identidad. Pero ¿qué es el prójimo? El prójimo es quien tenemos al lado y comparte con nosotros aspiraciones y fe. Es por quien nos devanamos día y noche.

Jamás la solidaridad fue selectiva, es universal como nuestra fe y nuestros sueños, y así seguirá siendo. Pero el prójimo está a nuestro lado y clama justica también. Empecemos por lo local y sólo así podremos llegar a la universal.

Frente a nuestro amor, está el odio. El que niega la solidaridad al otro, al diferente, por ser diferente. Cuando la diferencia es el motivo, ya no es solidaridad, es negación de la misma. Y ahí no estamos nosotros. Nuestro campo es otro. Y nuestra mano estará abierta también para el otro.

España tuvo en su momento un deseo universal de alcanzar el mundo entero, sin mirar los rasgos de la cara, sino el ansia de salvación de los espíritus. Esa España es la nuestra, la nacional-sindicalista. Pero nuestra decadencia vino cuando los monarcas dejaron de mirar la propia casa, cuando el pueblo español pedía pan y justicia y los monarcas la desatendieron. Ese error jamás debería repetirse. Ahí sí estamos nosotros.

Nuestro deseo universal es la revolución que queremos, pero no solo para nosotros. Queremos la revolución del espíritu y de la patria, pero también del mundo entero. Porque no somos egoístas, porque a nosotros nunca nos movió el odio. Sino el amor. Porque todos merecemos la Patria, el Pan y la Justicia.