La «caridad» de Amancio Ortega

Autor: Gabriel García

Que un millonario regale su dinero para causas benéficas no es nuevo; desde las ricachonas burguesas y mujeres de alta cuna del siglo XIX hasta las estrellas de cine de hoy, parece obligatorio que todo aquel en una ventajosa posición económica conceda algún donativo a causas de todo tipo (niños, animales, medio ambiente, “derechos” de las mujeres, etcétera). Filantropía es el término oficial, ya que la palabra caridad posee unas connotaciones religiosas que en esta época producen sarpullido a algunos. Resulta llamativo que los representantes de Podemos hablen con desprecio de la “caridad” de Amancio Ortega con la sanidad pública, mientras que no les merece ningún reproche la “filantropía” de George Soros contribuyendo al tráfico de seres humanos. Sin embargo, a pesar de que esto pueda escandalizar a muchos, las motivaciones de ambos individuos son idénticas: son hombres propietarios de grandes negocios que utilizan su dinero en causas aparentemente solidarias y eso redunda en su prestigio personal. No todos los millonarios son del estilo de Donald Trump, a quien no parece quitarle el sueño las obras filantrópicas.

 

¿El entramado empresarial de Inditex tributa mucho dinero en España, tal y como dicen quienes han salido en su defensa? Sin duda. ¿Tiene su negocio deslocalizado por que fabricar en España resulta más caro que hacerlo en países subdesarrollados? También. ¿Estas donaciones suponen una inversión más efectiva que la propaganda en prensa y televisión? Sólo hay que ver cómo hasta los bancos presumen de obras sociales, ¿por qué iba a ser menos Inditex aunque se presente como un gesto individual de su propietario? En ciertas esferas no dan puntadas sin hilo y, por eso, hasta se habla de capitalismo con rostro humano. Pero el capitalismo con rostro humano no deja de ser capitalismo con todo lo que eso conlleva, y no por la propiedad privada que se atribuye como argumento estrella para su defensa (¡como si la propiedad privada no existiera desde mucho antes de la Revolución Industrial!), sino por cómo un gran negocio puede saltarse a la torera legislaciones laborales y medioambientales en busca de unos beneficios que se verían notablemente disminuidos de haber mantenido toda su producción en territorio español.

 

El debate sobre la caridad o filantropía de Amancio Ortega no es nuevo. Si el gesto es bueno o malo ya queda en el juicio del lector, así como decidir si es caridad o filantropía. Lo interesante de esta polémica es uno de los argumentos empleados en su defensa: al parecer, las máquinas donadas para el tratamiento contra el cáncer serían mucho mejores que las existentes en la sanidad pública. Deberíamos pensar cómo es posible que un millonario pueda adquirir, para después regalarlo, un equipo médico de mayor calidad que el ofrecido por el Estado (mejo dicho, por las Comunidades Autónomas) a los usuarios de un servicio público sostenido con los impuestos del contribuyente. Vivimos en una sociedad donde todo depende del dinero, incluso el tratamiento de una enfermedad tan mortal como el cáncer. Y es evidente que hay fortunas personales con mayor capacidad de acceso a determinados recursos que las Administraciones Públicas.

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