Fórmulas de acatamiento. El festival del humor.

Autor: Norberto Pico

Me contaba un amigo sacerdote hace poco que, celebrando una boda, un novio listillo quiso emplear una fórmula más «original» de consentimiento. Se ve que lo de «prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, etc.» le parecía soso. Quizá, en realidad lo que sucedía es que no estaba dispuesto a cumplirlo.

Tras varios requerimientos del celebrante, la cosa se zanjó de forma expeditiva: «O lo dices tal cual, o el matrimonio no tiene validez». Y el novio con pretensiones de originalidad agachó la cabeza y pronunció la única fórmula válida.

Me venía esto a la cabeza a cuenta del cachondeo en que se han convertido las fórmulas de acatamiento de los cargos electos, ya sean de diputado, senador o de humilde concejal. Deben de ser ya minoría los que se ciñan al texto legal.

A mi me provocaría úlcera jurar una Constitución con la que soy muy crítico desde que tengo uso de razón política. Ni qué decir lo desagradable que resultaría a mi sensibilidad republicana lo de prometerle fidelidad al Rey. Pero entiendo que se debe acabar ya con el festival del humor que, a costa de las instituciones del Estado, se produce en cada ceremonia de acatamiento.

Que si prometo por las «constituciones catalanas» de 1714. Que si por imperativo legal. Que si por la democracia. Que si por España (el mal menor) … En los 80 se habría jurado por Snoopy.

Las instituciones serias se hacen respetar. Hacen que se respete a sus representantes, a sus símbolos y a sus ritos. Bien harían las instituciones del Estado en hacerse respetar no otorgando validez a ninguna fórmula de acatamiento que varíe ni una coma de la legal. Por mucho que nos fastidie también a los que queremos liquidar al Régimen del 78 para fortalecer al Estado y salvaguardar a la Nación.

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