Valoración del resultado electoral

Autor: Manuel Chacón

 

Las elecciones generales de este pasado fin de semana nos dejan unas Cortes Generales divididas en grupos de izquierdas y derechas como no se habían visto en décadas, puede que desde el anterior sistema liberal de partidos, en la II República.

El régimen o sistema de 1978 se consolida (participación del 76%) metamorfoseado en un pentapartidismo que substituye al bipartidismo de los años 1980-2010; los poderes económicos locales e internacionales que financian la partitocracia liberal nada tienen que temer por ahora. Al mismo tiempo, las opciones políticas alternativas al sistema son cada vez menos y más débiles, merced a la restrictiva ley electoral de participación y propaganda. Menos democracia e igualdad de oportunidades para participar u opinar, sensu stricto.

La Nación, así (o lo que queda de ella), continúa en su deriva antinacional y antisocial, con unos españoles distraídos y desorientados por el consumismo, la televisión y las redes sociales, pero sobre todo, cada vez más divididos entre partidos y regiones-nación que se oponen entre sí, y cada vez más agresivamente, más sectariamente.

La alta participación respecto a 2016 se debe, entre otras causas, a ex votantes del PSOE que han acudido a votar por miedo el miedo inoculado a la derecha desde los medios de izquierda. El PSOE las ha ganado (por mayoría simple), con un notable incremento de 2 millones de votos, procedentes tanto de la mencionada abstención como de antiguos votantes de Podemos que, a su vez, lo fueron antes del PSOE. También ha contribuido el fenómeno VOX, auspiciado por financiación millonaria extranjera, que ha devuelto una ilusión a cientos de miles de ex votantes del PP.

Baja, pues, la formación morada, que ofrece a Pedro Sánchez su apoyo a cambio de la formación de gobierno, pero éste, aunque prefiere de cara al público (por ahora) una investidura de izquierda-izquierda, les dice que no a entrar en el ejecutivo y declara querer un gobierno en solitario… el juego de cromos comenzó a la hora siguiente de acabar las votaciones.

Ambos partidos, en cualquier caso, precisan para formar gobierno del apoyo de partidos separatistas de todos los pelajes como ERC, JxCAT (ex CiU) ó PNV, que por cierto, entre los tres han visto aumentado sus votos en más de medio millón: el régimen del 78 y sus autonomías vuelve más antiespañoles a los españoles conforme avanzan los años.

La otra opción que tiene el PSOE, es tener el apoyo del centro-derechista Ciudadanos… Ambos niegan, por ahora, tal posibilidad, «ni mucho menos será así». Pero la realidad y la presión de la finanza internacional se impondrá una vez pasen las elecciones europeas y municipales del 26 de mayo y, en mi opinión (que es la misma desde la noche electoral), es más probable un gobierno de PSOE apoyado por los naranjas que por los morados.

Por su parte, las derechas, que han pasado de un partido principal-único, a tres, tienen un claro vencedor, Ciudadanos, cuyo guapo presidente (muy de moda y que recaba votos de todos los sectores) proclama haberse convertido en nuevo líder de la oposición; un semi-vencedor, Vox, al que las encuestas daban casi el doble de resultado (y ellos presumían de que tendrían tres veces más diputados), y un claro perdedor, el PP (corrupto y débil con los separatismos, cuando no cómplice) con el peor resultado de su historia, y que queda endeudado con los bancos hasta las cejas, hasta correr el riesgo de quiebra técnica durante los próximos meses, y cuyo líder, Casado, no dimite o le echan porque estamos a dos semanas de iniciarse la campaña electoral de las municipales y europeas. La guerra civil entre las tres derechas comenzó ya durante la campaña, pero es ahora cuando estamos asistiendo a su máximo auge, con casi todos los medios derechistas lanzados en apoyo del PP y despreciando a cientos de miles de nuevos votantes del populista neoliberal y sionista Vox (como consecuencia de ello el 26 de mayo veremos cómo los dos millones y medio de voxistas bajan, eso es seguro), un partido, el verde, que tras un discurso de valores y un carismático líder esconde una política económica antisocial y capitalista salvaje.

Veremos qué nos deparan unos años más (de 2 a 4) de gobierno del PSOE (la alternativa derechista, empero, no era mucho mejor), con su materialismo progre, sus antivalores y su hemiplejia histórica y moral, pero probablemente sea una España cada vez más rota, fratricida y destruida económicamente; máxime cuando son varios los indicadores que auguran una nueva recesión internacional que de producirse, seguro nos volverá a afectar de lleno merced a las políticas neoliberales de décadas entre PSOE y PP, que han debilitado el Estado nacional, especialmente desde los 90, y que han entregado nuestra riqueza y economía nacional a multinacionales y corporaciones sin escrúpulos, y nuestra soberanía política a la austericida UE.

No será de unas elecciones de donde renazca España y alcancen los españoles su plena libertad social y política, su plena soberanía, unidad y libertad, sino de una toma de conciencia nueva, histórica, social, cultural y nacional de liberación que aún está lejos de vislumbrarse, pero por la que hay que seguir luchando y trabajando.

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