Un Ministerio de Sanidad sin ministro capacitado

GABRIEL GARCÍA

Uno de los nombres propios que está dejando la gestión del coronavirus por parte del Gobierno es Salvador Illa. Según las malas lenguas, su presencia en el Ejecutivo de Pedro Sánchez se debe a esos conflictos territoriales internos del Partido Socialista que obligan a contar con una relevante figura catalana. Lo preocupante en este caso no está en el origen geográfico de este individuo ni en la organización interna del Partido Socialista y sus modelos territoriales, todo un misterio para quienes afortunadamente ni nos asomamos por sus sedes y mucho menos por sus actos públicos; lo preocupante para los españoles es tener al frente del Ministerio de Sanidad a un responsable que carece de formación en esa materia. Según la web oficial de la Presidencia del Gobierno, Salvador Illa es Licenciado en Filosofía y Máster en Economía y Dirección de Empresas; por otra parte, como es de esperar en los representantes de la casta gubernamental, no se le conoce ningún empleo vinculado con la actividad privada, es más, podríamos decir que oficialmente no cuenta con ninguna experiencia profesional más allá de la actividad política e institucional.

 

A excepción de quienes se benefician directa o indirectamente de los chanchullos institucionales, está claro que la inmensa mayoría de los españoles preferiría que el Ministerio de Sanidad estuviera dirigido por alguien con estudios y experiencia profesional en el ámbito sanitario. Los desafíos a los que debe hacer frente un Ministerio de Sanidad son algo muy serio y de las decisiones que tome su responsable pueden depender vidas humanas, como desgraciadamente nos ha recordado esta pandemia del coronavirus. Al contrario que otros ministerios de chicha y nabo donde cualquier analfabeto o analfabeta puede ser erigido como persona importante a cargo del erario público, con la Sanidad no se debería jugar ni mucho menos colocar al primero que pase en virtud de no sabemos qué acuerdos internos.

 

Ya que los españoles vamos a padecer un ministro impuesto por el Partido Socialista de Cataluña en tanto no haya un relevo en La Moncloa, lo menos que podrían hacer, tratándose de la Sanidad, es proponer a sus homólogos de Madrid a alguien con titulaciones relacionadas con la medicina y, a ser posible y sabiendo que esto es muchísimo más difícil, con una cierta trayectoria profesional en el sector sanitario. ¿De verdad el Partido Socialista de Cataluña no tiene afiliado o afiliada a ningún doctor o doctora, enfermero o enfermera, capacitado o capacitada para asumir las competencias del Ministerio de Sanidad? Discúlpenme los lectores por la estupidez del lenguaje inclusivo y políticamente correcto, pero quién sabe si no podrían leer este artículo los dirigentes del Partido Socialista de Cataluña y reconsiderar si no resulta preferible sustituir a Salvador Illa por otro afiliado suyo más competente… Y debo hacer todo lo posible por hacerme comprender.

 

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