Sobre la conciencia y el hecho nacional de España

Autor: Gabriel Pérez

 

La crítica y el relato de Don Antonio García Trevijano sobre la partitocracia y la Transición española es incuestionable y merece la pena su difusión y discusión. Pero leyendo Hecho Nacional y Conciencia de España se descubre que Don Antonio reniega claramente de la España genuina y defiende otra España. Una España respetable (al menos mucho más que la actual) pero que no es ni de lejos la España que humanizó medio mundo y trascendió los tiempos.

El pensamiento de Trevijano se puede entender perfectamente si sabemos de antemano que él era un ateo convencido. En las páginas 18 y 19 nos dice: “Las naciones, como las personas no tienen un destino histórico predeterminado. Aparte de los condicionamientos ecológicos, ningún pueblo está llamado por Dios a una tierra de promisión (pág. 19). Porque no está predeterminada España no ha sido, no es y no será una unidad de destino nacional en lo universal (pág. 20)”.

En el III Concilio de Trento (véase el «MANIFIESTO SOBRE EL VERDADERO NACIMIENTO Y FUNDAMENTO DE LA NACIÓN ESPAÑOLA») España se puede reconocer y entender en su auténtico fundamento patriótico. Y es que la fe es algo tan grande, tan necesario, tan verdadero (y por ello a día de hoy donde reina la mentira resulta tan extraño…) que parece ser un requisito imprescindible (que no obligatorio) para entender la genuidad española. Pues solo así sentimos que España está predeterminada pero no por nada ni nadie en concreto, como si se tratase de un programa de computadora. No. En caso de que España esté predeterminada lo estaría por la divina providencia, aun siendo la libertad una facultad humana deseada por todos y un derecho que a día de hoy se nos niega, sustentar nuestra patria en ese noble ideal de libertad política colectiva resultaría casi seguro ser un paso hacia la justicia social y la transformación que tanto necesitamos y anhelamos los españoles.

Pero más que entender, querer razonar o desear justos ideales para nuestra patria (como lo es la libertad) sentir su decadencia nos hace replantearnos seriamente cómo actuar y cómo caminar hacia sus soluciones. Por el simple hecho de sentir su pobre porvenir tenemos el deber de buscar nuevas fórmulas (que no por ser nuevas deben ser fundamentadas en valores modernos contrarios a la genuidad de España) pero sí es importante que sean fórmulas efectivas, sinceras y partiendo de su fundamento patriótico como base. Dicho esto. Personalmente pienso que España sí es una unidad de destino y los patriotas que por encima de diferencias ideológicas sentimos su decadencia su final tenemos la obligación de actuar unidos a su llamada.

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