Una de las ventajas de la pandemia, no hay mal que por bien no venga, es que el gobierno nos ha enseñado a lavarnos las manos, yo confío en que dentro de poco, nos enseñe a atarnos los zapatos o a limpiarnos los mocos.
Ironía aparte, el tratarnos como niños busca que nos comportemos como niños, es decir, obedientes y confiados en nuestros gobernantes, como los niños en sus padres. Pero es que para que eso se produzca, nuestros gobernantes tendrían que empezar a comportarse como padres, y las características de los padres son que inspiran confianza, son responsables y aman a sus hijos. Cuando un niño tiene un problema y llega su padre o su madre, el niño siente alivio, porque sabe que velarán porque todo salga bien. Sin embargo, en ningún momento hemos sentido los españoles alivio, en medio de la pandemia, al contemplar a aquellos que rigen nuestros destinos, más bien al contrario.
Hay una cosa que se llama efecto bandera, que consiste en que un pueblo cierra filas en torno a su jefe, y no lo cuestiona porque existe un peligro grande y nuevo al que hay que combatir. La peste del virus chino es una ocasión propicia para ello, para que la gente cierre filas en torno al gobierno y censure a quien ose cuestionarlo, todo ello en pos del interés general. Sí se ha dado lo de censurar al disidente, pero en ningún momento ha existido la idea de que el gobierno central velara por el interés de la gente de a pie. Y esto es, entre otras, por las siguientes razones:
Con respecto a las mascarillas:
Además de lo dicho, Pedro Sánchez es un cobarde por ceder sus responsabilidades a las autonomías, el caos competencial posterior es artificial porque las restricciones de derechos y libertades reconocidos en la constitución, como la libertad de circulación, sólo pueden ser puestas en práctica por parte del Estado con la aprobación del congreso y del gobierno y mediante el estado de excepción o de sitio.
Los falangistas entendemos que cuando el barco zozobra y se abren vías de agua es necesario que haya un capitán que esté al frente y dé las órdenes oportunas, que no se desentienda de
su responsabilidad para poder exculparse. Porque en estos momentos lo peor no es que se tomen decisiones malas, lo peor es la constante incertidumbre en las medidas, que nunca está claro quien es competente para tomarlas y que varían de día.
Una vez más el Estado autonómico se demuestra ineficiente para gestionar cualquier problema, reiteramos y reiteraremos las veces que haga falta que es necesaria su sustitución por un Estado Unitario.
De igual modo, el sistema parlamentario, que favorece gobiernos de coalición dificulta también la toma de decisiones, la solución en este aspecto pasa por la elección directa del presidente por parte de todos los españoles, y no por los diputados.
Con respecto a medidas concretas que nosotros tomaríamos serían estas:
Isidoro López Herranz