Nace el sindicalismo verde

GABRIEL GARCÍA

El pasado mes de julio sorprendía Santiago Abascal en mitad de la campaña electoral autonómica de Galicia con el anuncio de que Vox impulsaría una organización sindical. Dicho sindicato sería independiente de partidos políticos, al servicio de los trabajadores españoles y no de causas ideológicas, según sus declaraciones. Existiendo multitud de organizaciones sindicales en España al margen de los oficialistas Comisiones Obreras y Unión General de Trabajadores, el líder del partido verde hablaba como acostumbra, es decir, como si estuviera inventando una pólvora que existe desde hace mucho (no hay más que recordar cuando afirmaba que Vox, surgido en 2013, era el único partido que rechazaba el Estado de las Autonomías, a pesar de que otras organizaciones políticas llevaban décadas oponiéndose al mismo), ¿o acaso con los términos con que definía Abascal a ese futuro sindicato no existen en España organizaciones sindicales como la así descrita? Con la denominación de independiente existe desde la Transición la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSI-F), el principal sindicato de la Administración pública, por ejemplo. 

Al margen de los sindicatos independientes, lo normal es que una organización sindical tenga una orientación ideológica; de lo contrario, y fue la suspicacia levantada inicialmente ante el anuncio de este nuevo sindicato, podríamos encontrarnos ante un sindicato amarillo patrocinado por los empresarios. Sin ir más lejos, hace meses Vox se posicionó en contra de la subida del salario mínimo bajo el argumento de que destruirían empleos (en cambio, no han cesado de unirse a las reivindicaciones salariales de la Policía Nacional y la Guardia Civil por la equiparación salarial con los cuerpos policiales autonómicos), alguno de sus representantes en el Parlamento Europeo ha dado un voto positivo y otros se han abstenido sobre un tratado comunitario de libre comercio con Vietnam para llenar el mercado español con el arroz de dicho país, y entre sus propuestas oficiales todavía figura el sistema mixto de pensiones (el sistema público, según denuncian desde hace años, es una “estafa piramidal”), propuestas que difícilmente podían encajar en lo que se entiende por una organización sindical en defensa de los trabajadores españoles. 

Con el nombre de Solidaridad ha sido presentado el nuevo sindicato independiente de partidos e ideologías, a pesar de estar claramente hermanado con Vox y sus propuestas, tanto que su estética es idéntica a la del partido matriz. Por lo publicado hasta ahora, parece plantear el nuevo discurso con giro social que el partido verde ha enarbolado durante los últimos meses con motivo de la difícil situación provocada por la crisis sanitaria y reivindica subidas del salario mínimo y que el Estado asuma el 100% de las nóminas en aquellos sectores que no puedan operar a causa del coronavirus. Por lo demás, Solidaridad recoge las propuestas habituales en Vox: apuesta por la reindustrialización, mayor control de la inmigración, fin de las subvenciones a sindicatos y patronal, y rechazo a unos tratados de libre comercio que, sin embargo, han contado con el visto bueno de algunos representantes de Vox en las instituciones. Más allá de las propuestas 2 y 3, que sí aportan algo novedoso teniendo en cuenta los orígenes de este sindicato, el “programa” de Solidaridad consiste en una plasmación sindical del discurso oficial de Vox plagado de buenas intenciones; es más, podríamos decir que plantea medidas más propias de debatirse en un parlamento que en las elecciones sindicales de un centro de trabajo. 

En cualquier caso, Vox ha venido a descubrir con su nuevo sindicato verde (el tiempo dirá si se destiñe en amarillo o no) el camino que otros han transitado durante un siglo, el de unir lo nacional y lo social, como otra etapa más de su «lepenización« en busca del voto obrero una vez ha obtenido todo lo que podía sacar electoralmente con los descontentos del Partido Popular. Y la decisión es inteligente, dado que la izquierda progre, se llame Partido Socialista o Unidas Podemos, cada día está más desconectada de la realidad de los trabajadores españoles y más preocupada por las movilizaciones ecologistas, feministas y oenegetistas patrocinadas por empresas multinacionales. Ahora queda por saber si Solidaridad queda en agua de borrajas, a pesar de toda la publicidad recibida, o se hace un hueco entre los sindicatos mayoritarios dentro de los comités de empresa, tal y como han hecho sus homólogos en las instituciones políticas. De momento tenemos a Santiago Abascal, fiel a su estilo de omitir aquello que no le interesa, anunciando el primer sindicato “patriótico y anticomunista” como si la Central Obrera Nacional Sindicalista, la Unión Nacional de Trabajadores y otras iniciativas sindicalistas vinculadas al falangismo y al catolicismo social jamás hubieran existido.

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