Más restricciones, menos soluciones

Ene 18 2022

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Artículo de opinión de Norberto Pico

Las altas cifras de contagios del COVID19 registradas en el mes de diciembre, debido -al parecer- a la mayor contagiosidad de la última variante del virus, impulsaron a las distintas administraciones a imponer nuevas medidas restrictivas a la población.

Poco importó que la incidencia de esta sexta ola en la ocupación hospitalaria sea mínima, tal y como han reconocido los responsables de los 17 sistemas sanitarios españoles. Volvieron los mensajes alarmistas y, tras ellos, las restricciones.

Restricciones de nuevo aleatorias, contradictorias, descoordinadas y -posiblemente- tan ilegales como las que se tomaron al amparo de los Estados de Alarma que el Tribunal Constitucional declaró contrarios a la Ley.

El Gobierno central volvió a imponer el uso obligatorio de la mascarilla en exteriores, frente a la evidencia de que es una medida innecesaria, ineficaz y, en algún caso, contraproducente. Algo tan evidente que ni los propios socios de gobierno de Pedro Sánchez aplaudieron la medida.

Alguna comunidad autónoma recuperó también el toque de queda. Casi todas han impuesto restricciones a la hostelería en horarios, aforos y modalidades diversas. Y algunas han puesto en marcha la exigencia del llamado “pasaporte COVID” para acceder a determinados establecimientos y servicios.

Esta del pasaporte es, posiblemente, la más inútil e ilegal de todas las restricciones. Se trata de restringir derechos fundamentales como el de la libre circulación a una parte de la población por presuponer que están o podrían estar enfermos. Bastaría aplicar una medida similar con otras enfermedades contagiosas para caer en la cuenta de la barbaridad que se está llevando a cabo. Imaginemos que existiera un “pasaporte SIDA”. Pues las mismas administraciones que imponen o consienten la imposición del “pasaporte COVID” han realizado simultáneamente una campaña publicitaria contra cualquier discriminación a los enfermos de SIDA. Ver para creer.

Pero, además de su improcedencia legal y moral, el “pasaporte COVID” es completamente inútil si de lo que se trata es de frenar la expansión del virus. Como es sabido, el pasaporte se obtiene justificando haberse administrado alguna de las vacunas que están en circulación. Pero, si ninguna de las vacunas previene del contagio ni impide que el contagiado contagie a otros ¿qué es lo que garantiza el tal pasaporte entonces? Garantiza el sometimiento de la población a los dictados del gobierno de turno, nada más.

Esta nueva oleada de restricciones parece obedecer al “horror vacui” de los gobiernos. Al miedo que sienten a ser acusados de “no haber hecho nada”. Pero imponer restricciones inútiles e ilegales es peor que no hacer nada. Y es lo que están haciendo. Están imponiendo medidas absurdas para tapar lo que no hacen, o hacen mal.

Los gobiernos central y autonómico no solo no han reforzado nuestros sistemas sanitarios con motivo de la pandemia, sino que -en muchos casos- los han debilitado. Son miles las consultas suspendidas, las intervenciones aplazadas y los centros de atención primaria clausurados. La incidencia de esta negligencia sobre nuestra salud se verá con el tiempo. Como se verá, también cuando la perspectiva sea más amplia, la arbitrariedad e inutilidad de las restricciones impuestas.

Refuércense los sistemas sanitarios, protéjase a la población vulnerable, y dejen de imponer restricciones absurdas e ilegales al resto de la población.