Al eternamente joven que partió un 12 de Octubre, hace hoy treinta años

Autor: Juanma Fernández

¡Qué asco! Nos quieren ocupados y controlados mañana, tarde y noche. Cada día más pre-parados e inútiles. Ratas de biblioteca u oficina, cobardes y sumisos. Pero no, aunque sí con la mayoría, con todos no han podido; ¿Cuándo entenderán que sus coronas, altos cargos y fortunas nos producen risa? En la milicia de la verdadera juventud sólo nos arrodillamos ante Dios.

Mientras todo se pudre, generaciones completas venden su alma a cambio de títulos de humo, atrofiados en sillas de plástico como preámbulo a un futuro inexistente. Dejan lo que debería ser su vida vagando en la inmundicia de lo cotidiano, alienados cada jornada, esperando ver llegar el viernes para poder evadirse de la realidad. Como escape, redes sociales y viajes veraniegos idénticos relatados al instante, aunque sin pelos y señales, gracias a los filtros de Instagram. Justo entonces, cuando por un instante parece haber desaparecido la fuerza, empieza un nuevo curso y con él, el reencuentro de los camaradas, los que siempre serán y han sido sin importar cuándo y por qué. Somos, fuimos y seremos como solo el creador de “La Fiel Infantería” ha sabido describir desde el principio de los tiempos;

 

“Gente joven, altiva, facciosa, acostumbrada a tirar los pies por alto, sin respeto a las mil costumbres aspaventosas del tiempo podrido que combatían, guardaban para sus ceremonias una reconcentrada seriedad de catacumba. Se burlaban de cosas grandes, de enormes ideas declinantes y en cambio una fe elemental y alegre les volvía al viejo lugar de los primeros símbolos.  Despreciando al mundo, encontraron la Patria. Eran sencillos, creyentes y pecadores. Adoraban a Dios, servían a lo cesáreo, y porque se dejaban mandar de un solo hombre, desconfiaban de la Humanidad.”

 

 

El fraternal abrazo de volverse a ver nunca supo separarse del cambio de estación. Igual que septiembre es el fin del verano y el comienzo del curso, octubre es, por excelencia, el mes del otoño. Aunque este también ocupe casi por entero noviembre y diciembre ambos son, respectivamente, el mes de luto y el de Navidad. El fin y el comienzo de todo aquello por lo que estamos, sin desearlo, dispuestos a morir. No cabe otra reacción, ya lo dijo Eugenio, “El miedo, camaradas, es un prejuicio pequeño burgués.”

 

Octubre es el mes de la fundación de las JONS en 1931 y de FE en 1933. Mes de descubrimiento, evangelización e Imperio, en el que nacieron Julio Ruiz de Alda, Juan Domingo Perón, Rafael Sánchez Mazas y Nicola Bombacci. Octubre es el mes del asesinato de Ramiro Ledesma Ramos y el de la muerte de Rafael García Serrano, quien, síntesis de lo revolucionario e hispano, subió precisamente un doce para proclamar la primavera entre los luceros, como un ángel custodio que no ceja en su empeño de primavera universal, de marcha hacia el horizonte del destino. Y lo hizo como portador de un sueño, sin valor a ojos de la infamia, al que entregó cada día de su vida y de su muerte: el sueño de “Patria, Pan y Justicia.”

 

Camarada Rafael García Serrano, tu ejemplo es para nosotros fuerza que a modo de resorte ensalza el alma, y tus escritos un espejo al que mirar las noches en vela continuamente interrumpidas por los gritos desesperados de madres que parieron España y ahora la ven morir.

 

Este nuevo otoño de 2018, cuando muchos de los que tuvieron la suerte de conocerte reniegan de su pasada relación con un hombre de honor y sin remilgos, aquí la juventud del sur grita “¡PRESENTE!” tras gritar tu nombre escrito con pintura roja y negra en los barrios de nuestras ciudades. Ya no hay letras doradas, el poco oro que quedaba fue repartido entre casposos de derecha e izquierda, reyechuzos y cobardes, para mayor escarnio de un pueblo en paro.

 

Rafael, no recuerdo el día de mi  nacimiento ni la torta en culo que me dieron para poner en marcha unos pulmones hasta ese momento inexpertos, pero recuerdo bien ese guantazo a tiempo que se siente al leerte por primera vez. Gracias.

 

Combatir es un destino, duela a quien duela. Y en él, a modo de milagro, encuentras la mirada entre el tumulto de palabras jóvenes que todo lo pueden. De un alma incorruptible e imprudente,  insolente y rebelde, estorbo del sistema y anhelo tangible de un mañana que es nuestro por justicia imperativa.

 

Por los nuestros que cayeron y los que vendrán, por los que aún no comprenden y por los que nos odian, demostremos que no son solo palabras, demostremos que creemos resueltamente en el milagro.

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